Dios quiere que seamos santos, pero no nos fuerza a ello,
porque debe de ser por voluntad propia.
Esta es la transformación que recibimos del Espíritu Santo
cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador,
decidimos abandonar al hombre viejo y recibir al nuevo.
El hombre viejo es por causa del pecado que reina en nosotros
desde el Paraíso, Y el hombre nuevo es cuando renunciamos a
la Paternidad de Adán y recibimos la Paternidad de Jesucristo.
Esto es desde luego una transformación del pecado a santidad!
Sin embargo, de que sirve nuestra transformación si no hemos
decidido transformarnos en el hombre nuevo? Escucha esto:
Jesucristo decía: Gusano soy! Salmos 22.
Porque lo dijo? Porque estaba cargado de pecados, no propios
sino los de toda la humanidad, sin embargo al morir, murieron
con Él todos los pecados que llevaba a cuestas!
Pero si nos entercamos a seguir metidos en el hombre viejo
y seguimos pecando, de que sirvió nuestra transformación?
Es como un gusano que arrastrándose por el suelo hace su
capullo y se envuelve en él, pasan algunos días, y el capullo se
rompe y sale volando de él, una mariposa de hermosos colores,
Que dirías si en vez de verla volando por el aire, la ves arras-
trándose por el suelo como un gusano?
Si! Eso! Que no supo agradecer el regalo de Dios!
De que nos sirvió a nosotros los que hemos recibido al Espíritu
de Cristo para que haga esta transformación en nosotros, si des-
pués, en vez de volar nos seguimos arrastrando en el pecado?
Al convertirnos en cristianos abandonamos el camino ancho de
pecado y hemos comenzado a andar por el camino angosto de
piedras y espinas, no podemos andar por el angosto, y por el
ancho a nuestra propia conveniencia! No!
Necesitamos decidirnos perfectamente en cuál deseamos estar!
Si en el angosto, tenemos que borrar de nuestro ser, el ancho,
Oh, pero es que seguimos pecando porque estamos en la carne!
Mentira! Pecamos porque rehusamos obedecer a Dios, quien
nos dice: Ama a tu prójimo como a ti mismo!
Si amamos a nuestro prójimo de verdad, no podemos pecar!
El hombre es esclavo de quien sirve! El pecado no es de Dios!
Si no servimos a Dios a quién estamos sirviendo? Piénsalo!
“Nuestro viejo hombre, fue crucificado juntamente con Cristo
para que el cuerpo de pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado” Romanos 6-6.
Bendiciones!
José Salazar
S. de C.
No comments:
Post a Comment